viernes, 24 de agosto de 2012

CUSTOM MADE MAN!




Honestamente no estoy seguro de que tanto al empleador promedio le nazca apreciar cuando un postulante prepara algo especialmente para el, desde el núcleo hasta el final: lenguaje gráfico, selección de trabajos, construcción. Se me ocurre que es un hábito que independientemente de lo que piensen y opinen los demás, para mi como diseñador es cómo algo que se acerca peligrosamente a una lamida de culo, no obstante, por más de que los pesilistas (eso es matrimonio de realismo con pesimismo) tengan por seguro que esta acción está escrita en la biblia del ascenso laboral asegurado, a mí en lo personal me resbala el verdadero significado, prefiero confiar que la empresa a la que estoy postulando tenga dos ojos para verlo, una cabeza para juzgarlo y al menos una mano para decidir su destino, y tal vez un telefono y una boca para contactarme; como toda empresa normal. 

Me explico. En lo personal hacer un portafolio a medida como el que armé esta semana desde sketch para un estudio de Barcelona (si están leyendo esto gracias por visitar), me sirve como un ejercicio de client work, en el que sobrepaso varias etapas como la superación de la inevitable tentación de utilizar su propio lenguaje gráfico como si yo fuera dueño de los derechos, la inclinación por incluir todos los proyectos más guays y que griten lo talentoso, avezado, único, potencial que es el diseñador que escribe, la clásica lista interminable de aptitudes laborales que ni el gerente de la empresa se permitiría la "modestia" de atribuirse o tal vez la incertidumbre de "¿debería demostrarles que todos los productos son realizables?". 

Llegar al final, es tener todo el camino en un recuerdo más los posibles desenlaces que no fueron y nunca serán; quedo completamente satisfecho con creer que el estudio de dará una ojeada y decidirá si valgo la pena; no pretendo que estén conscientes del trabajo que tomó ni mucho menos que me elogien, después de todo está muy claro quien hace el favor a quien.